Investigadores australianos han demostrado en un artículo
publicado en Nature Scientific Reports que las plantas no sólo pueden
comunicarse entre ellas y memorizar informaciones, sino que también pueden
aprender por asociaciones, como ocurre en el reino animal, según informa la
University of Western Australia en un comunicado.
El aprendizaje por asociaciones es un tipo de aprendizaje
asociativo demostrado por primera vez por Iván Pávlov. Este científico ruso
ideó unos experimentos con perros y se dio cuenta de que al ponerle la comida
al perro, éste salivaba. Cada vez que le pusiera la comida, Pávlov hacía sonar
una campana, de modo que, cuando el perro la escuchaba, asociaba ese sonido con
la comida y salivaba. Así, el perro estaba dando una respuesta (en este caso,
la salivación) a un estímulo (la campana). Cada vez que escuchaba la campana,
independientemente de si iba o no unida a la comida, el perro empezaba a
salivar.
Algo parecido descubrieron los científicos australianos
al estudiar las reacciones de las plantas conocidas como Pisum sativum, famosas
por tener entre sus semillas los conocidos guisantes. Las plantas fueron
colocadas en un laberinto con forma de Y y fueron observadas en dos situaciones
diferentes.
En la primera situación, una lámpara (estímulo
incondicional) y un ventilador (estímulo neutro) fueron colocadas juntos en uno
de los dos brazos del laberinto. El ventilador lo usaron como como un elemento
anticipatorio de la presencia de la luz (al igual que la campana en el
experimento de Pávlov). Es decir, antes de que se encendiera la luz, el
ventilador se ponía en marcha. En este
caso, las plantas podrían deducir que la luz iba a aparecer a continuación.
En la segunda situación, la luz se colocó enfrente del
brazo en el que estaba el ventilador. La luz es vital para el crecimiento de
las plantas pues es usada para la fotosíntesis y además suministra la energía
necesaria para su crecimiento. El viento fue usado como estímulo neutro porque
no es de utilidad para las plantas, si bien puede ser detectado por ellas. En
esta situación, no había relación entre la puesta en marcha del ventilador y la
llegada de la luz.
Con ambos experimentos, los científicos querían saber la
reacción de las plantas cuando se apaga la fuente luminosa, observando hacia
dónde se orientan las plantas para buscarla. El ventilador fue empleado de
forma diferente en ambos casos para averiguar si las plantas podían descubrir
una relación entre la aparición de la luz y la puesta en marcha del ventilador.
Resultados sorprendentes
En la primera situación, las plantas se orientaron hacia
el ventilador, incluso cuando la luz había sido apagada. Sabían que el
ventilador les anunciaría la próxima llegada de la luz. Según los
investigadores, esto demuestra que las plantas han aprendido a asociar los dos
elementos y que el condicionamiento descubierto por Pávolov en los animales
funciona también en las plantas: el ventilador se convertía en un estímulo
condicional, como la campana en el experimento del científico ruso.
En la segunda situación, el 69 por ciento de las plantas
se orientaban hacia donde previamente había estado la luz, ignorando el efecto
del ventilador. El hecho de que estas plantas no tuvieran en cuenta el viento,
apoya el hecho de que las plantas de la primera situación habían sido capaces
de aprender por asociaciones de conocimientos.
En consecuencia, esto demuestra igualmente que las
plantas de la primera situación podían anticipar la llegada de la luz
orientándose hacia el lado de donde había procedido días anteriores, con sólo
percibir el aire del ventilador.
Aunque la posibilidad de que las plantas puedan aprender
por asociaciones había sido considerada en estudios anteriores, esta
investigación aporta la primera prueba inequívoca de que esto es realmente así,
señalan los investigadores.
¿Sistema neuronal en las plantas?
Esta investigación también ha puesto en evidencia que el
aprendizaje no se produce si el experimento no respeta el ciclo normal de la
planta según el ritmo circadiano, es decir, que la luz se encienda en horarios
naturales (entre las 7h y las 19h). Esta constatación pone de manifiesto que el
aprendizaje de las plantas está condicionado al metabolismo, como ocurre
también en el reino animal.
Según esta investigación, las plantas no responden a los
estímulos lumínicos únicamente para sobrevivir, ya que tienen la opción de
elegir y predicen el lugar y momento en el que la luz va a aparecer. El
aprendizaje por asociaciones prevalece incluso sobre el fototropismo, un
mecanismo innato que permite a las plantas orientarse hacia la luz
espontáneamente.
Esta forma de aprendizaje, destacan los investigadores,
está presente en todo el reino animal e incluso se encuentra en las redes
neurales artificiales de las máquinas. De esta forma, ser capaz de aprender y
de anticipar un acontecimiento constituye una ventaja evolutiva que podría
haber jugado un papel importante en el período cámbrico, cuando se produjo la
diversificación del mundo vegetal.
Si las plantas poseen estas capacidades insospechadas,
¿podría decirse que tienen una cierta forma de conciencia? ¿O tal vez no
podemos hablar de conocimiento porque las plantas carecen de cerebro? , se
pregunta al respecto la revista Sciences et Avenir.
Para los investigadores, lo único que podría decirse al
respecto es que las plantas poseerían un sistema semejante al de las redes
neuronales de los animales. Este sistema les permite almacenar informaciones,
como la modificación de las interacciones entre las moléculas y la comunicación
entre las células.
Es a través de las moléculas y las redes que las plantas
podrían almacenar experiencias recientes (recuerdos), si bien este aspecto
todavía no es bien conocido ni ha sido debidamente explicado.
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