Científicos del Reino Unido y Estados Unidos han avanzado
un paso más hacia la obtención de aceite de pescado desde los campos agrícolas
en lugar del océano tras exitosos resultados de investigación que apoyan el
cultivo comercial de una variedad transgénica de Camelina sativa, uno de los
cultivos de semillas oleaginosas más antiguos de Europa.
Han reproducido resultados que muestran que estas plantas
transgénicas pueden crecer en el campo. Han emparejado aún más los productos
biosintéticos de las semillas con los de sus homólogos marinos, y han
identificado el potencial para un mayor almacenamiento de aceite en las
semillas.
El estudio fue publicado el pasado 26 de julio por Nature
en Scientific Reports, proviene de una colaboración entre Rothamsted Research y
la Universidad de North Texas (UNT). Un trabajo que se publica justo cuando
aumenta la presión sobre los suministros tradicionales de aceites de pescado,
que son nutrientes vitales para la salud humana.
“La demostración de que nuestra camelina genéticamente
modificada trabaja en el campo en condiciones del mundo real confirma la
promesa de nuestro enfoque”, dice Johnathan Napier, líder del Programa de Camelina
en Rothamsted, que dirigió la investigación. “Tener una fuente terrestre viable
de aceites de pescado omega-3 puede realmente hacer frente a la demanda cada
vez mayor de estos ácidos grasos saludables”.
La camelina genéticamente modificada, desarrollada con
genes de microbios marinos, puede producir dos ácidos grasos poliinsaturados de
cadena larga (LC-PUFAs) altamente buscados, EPA (ácido eicosapentaenoico) y el
DHA (ácido docosahexaenoico) de cadena aún más larga.
Estos dos nutrientes son importantes para contrarrestar
el incesante aumento global de las enfermedades cardiovasculares y los
trastornos metabólicos. En el caso de la camelina, también esta viene sin la
contaminación asociada con algunos aceites de pescado de origen oceánico, como
los metales pesados, dioxinas y policlorobifenilos (PCB).
EPA y DHA son normalmente producidos en abundancia sólo
por los microbios marinos. La creciente demanda de estos ácidos grasos,
especialmente del sector de la acuicultura, ha presionado tanto que los peces
de piscifactoría contienen ahora menos de estos nutrientes que hace 10 años.
“Creemos que la combinación de nuestra experiencia en
imágenes de metabolitos avanzados con las habilidades de Rothamsted en la
ingeniería metabólica ha dado nuevas perspectivas sobre cómo las semillas hacen
diferentes aceites, y emocionantemente, apunta a nuevas formas de aumentar la
acumulación de ácidos grasos importantes como estos omega 3” dice Kent Chapman,
Co-Director del Instituto BioDiscovery de la UNT.