“El juicio por maltrato animal a Carmen Marín, presidenta
de una “Protectora de Animales” en la ciudad de Torremolinos y su ayudante, ha
culminado con una sentencia histórica: multas y prisión para los involucrados y
la solicitud por parte del juez actuante, de que las penas por maltrato a los
animales se endurezcan en toda España.”
El juicio se realizó en la ciudad de Málaga, en el
Juzgado de lo Penal Nº 14 y la sentencia se dio a conocer hace apenas unos
días. A la señora Marín que presidía el centro “Parque Animal” se la condenó a
prisión (3 años + 9 meses), más el pago de una multa que asciende a veinte mil euros.
Su ayudante Felipe Barco, un colaborador del refugio de animales, también fue
sentenciado a un año de cárcel y a abonar una multa de más de tres mil
quinientos euros. Ambos estaban acusados de de matar a más de 2000 perros y
gatos de una manera que les provocó una “agonía lenta y dolorosa”.
La acusación La Fiscalía acusó a la mujer y a su ayudante
en el Centro Parque Animal de Torremolinos, de inyectar sustancias para
eutanasiar a gatos y perros, sin sedación previa y directamente en el tejido
muscular, en lugar de hacerlo por vía intravenosa, según lo recomendado, además
de emplear dosis más pequeñas, para ahorrar dinero. Los animales fueron
sometidos a una agonía lenta y dolorosa, que era totalmente injustificada y de
la que los acusados eran conscientes, ya que estos se retorcían de dolor durante
horas, antes de fallecer. Los hechos ocurrieron entre enero de 2009 y octubre
de 2010, cuando la matanza de los animales salió a la luz por primera vez,
durante una inspección de las instalaciones.
Se comprobó que antes de llevar a cabo estas eutanasias
masivas, ambos desconectaban las cámaras de seguridad y ponían música, que
mediante amplificadores ayudaba a enmascarar los aullidos de dolor de los
animales que agonizaban. La mayoría de los perros y gatos que fueron
exterminados eran jóvenes, estaban en buen estado de salud y en algunos casos
estas muertes fueron casi inmediatas a su ingreso en el refugio, que fue
fundado en 1996.
La Fiscalía presentó el caso de un hombre que dejó dos
cachorros en el refugio en junio de 2010; se demostró que los animales fueron
sacrificados ese mismo día, aunque esta persona había pagado al refugio de 60 €
para tener a los cachorros. Parque Animal, que funcionaba como refugio de
animales abandonados, también proporcionaba servicios de tratamiento
remunerados y funcionaba como clínica privada de animales, aunque su directora
no tenía un diploma veterinario.
La defensa Entre las muchas declaraciones de la acusada,
se le oyó decir que ella no podría haber participado en la matanza ya que le
tenía “fobia a las agujas”, que amaba a los animales y que era conocida por
todo el mundo su defensa de “sacrificio cero” en las perreras. Durante todo el
juicio los involucrados se declararon inocentes y explicaron que todo era un
montaje y que en ningún momento se habían sacrificado animales que no
cumplieran con las condiciones de estar enfermos (y de males irrecuperables).
La condena Según dicta la sentencia, Carmen Marín
participaba de forma activa en las ejecuciones y era quien decidía qué animal
se debía sacrificar. Felipe Barco fue su colaborador directo a la hora de
realizar la matanza de gatos y perros. Sobre Carmen Marín la condena es de
delito continuado de “maltrato animal” y también por falsificación de
documentos. Según quedó probado ni las dosis, ni las vías de administración de
los medicamentos eran las correctas, a los animales no se les sedaba
previamente y ello provocó un sufrimiento innecesario en las víctimas.
El Ministerio Fiscal se refirió a estos actos como
auténticas “sesiones de exterminio” y ello se hacía sin respetar ni la edad, ni
el estado del animal y/o los 10 días que prescribe la ley que deben transcurrir
desde que un animal ingresa en un refugio hasta que se considere que puede ser
eutanasiado. El único fin que perseguían ambos era el de lucrarse con el cobro
que se hacía por aceptar animales, por lo cual optaban por deshacerse de los
perros y los gatos lo antes posible, para tener sitio dónde seguir ingresando a
las que serían “futuras víctimas” de sus aberrantes actos.
La condena por documentación falsa se centra en que hubo
una manipulación en los listados que el centro enviaba al Ayuntamiento de
Torremolinos y que enumeraban la cantidad de incineraciones que dicho ente
debía abonar. En ellos figuraba el nombre de veterinarios responsables de la
eutanasia que nunca intervinieron en estos casos, ya que la macabra tarea no
fue jamás verificada por profesionales, sino que la llevaban a cabo Marín y
Barco, ninguno de los cuales es veterinario titulado.
La pena máxima que la Ley tiene en cuenta para el caso de
maltrato animal es de un año, sentencia que les ha sido aplicada a ambos. El
juez que ha llevado la causa lamentó no tener herramientas que le permitan
castigar con más dureza este tipo de casos y estima que debería haber cargos
punitivos de mayor grado, cuando se presenten circunstancias de extrema
gravedad, como las que se han comprobado en esta oportunidad.
Si bien la sentencia es histórica, no deja de ser
bastante “blanda”, a juicio de activistas, animalistas y hasta del propio
magistrado. Es más que necesario que nuestro país tenga una Ley de Protección
Animal lo antes posible, que contemple de una vez por todas los Derechos de
estos seres, que hoy están prácticamente indefensos en el plano legal. (Fuente:
medio ambiente)
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