El cambio climático no se detiene, como tampoco lo hacen
las noticias que nos alerta sobre su aceleración. Si a principios de agosto
hablamos de las alarmantes cifras que la Agencia Nacional de Océanos y
Atmósfera (NOAA) de Estados Unidos puso sobre la mesa acerca del 2015, ahora
seguimos.
El informe de la NOAA no es único, ni mucho menos. Solo
un estudio global más que constata, por enésima vez, el rápido avance que experimenta
el cambio climático, con sus altas temperaturas promedio y sus eventos
extremos.
Ahora tenemos una nueva noticia que sigue alertándonos al
respecto. Como las anteriores, buscan una actuación contundente y a tiempo,
pues de no llegar con la celeridad necesaria de nada servirá. De hecho, estamos
en la cuenta atrás para evitar que las altas temperaturas nos lleven a un punto
de no retorno.
En concreto, se trata de evitar que el aumento de las
temperaturas alcance los famosos dos grados centígrados a finales de siglo. Un
objetivo que intenta lograrse con el compromiso de los distintos países
firmantes del Acuerdo global climático firmado tras la cumbre parisina
celebrada a finales del pasado año.
¿Pero, se conseguirá? Caminar o, mejor, correr a toda
velocidad hacia un mundo bajo en carbono no es fácil. De hecho, si no se toman
medidas más drásticas que las actuales el compromiso no deja de ser papel
mojado.
Aún así, hay que dar un cierto margen y esperar una
reacción positiva. No nos queda otra, en realidad. Y, sea como fuere, mientras
tanto, la verdadera acción viene del otro lado. El avance del cambio climático,
en efecto, es una constante que no se detiene.
Sobre el particular hay dos nuevas noticias referidas a
sendos estudios realizados por prestigiosos científicos. La primera de ellas se
centra en los problemas que el calentamiento global ha ocasionado a los
ecosistemas oceánicos.
Por otro lado, científicos de la NASA siguen
pronosticando el fin del mundo, entre otras razones, a consecuencia de lo que
consideran un avance catastrófico del calentamiento global.
Al respecto, es importante aclarar que no significaría el
final para el planeta, sino del mundo, tal y como lo conocemos. Lógicamente,
también sería un fortísimo golpe para muchas especies: flora y fauna,
incluyendo la humana. Salvo para otras, las que lograsen sobrevivir y, aún más,
incluso prosperar.
Océanos enfermos por el cambio climático
Un estudio internacional realizado a gran escala concluye
que el calentamiento climático afecta más que nunca a los mares y océanos.
El trabajo se centra en la propagación de enfermedades
tanto en los animales como en los seres humanos, al tiempo que amenaza la
seguridad alimentaria.
Un total de 80 científicos de doce países participaron en
la investigación, cuyos resultados se presentaron ante expertos en el tema
reunidos estos días en el congreso de la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza (UICN) celebrado en Honolulú.
El panorama no es nada alentador. Según el estudio,
titulado “Explicaciones sobre el calentamiento oceánico”, las aguas del planeta
absorbieron más del 93 por ciento del calor resultante del calentamiento
global.
Con este porcentaje lo viene haciendo desde los años
setenta. Gracias a ello, el área terrestre del planeta ve limitado el impacto
de este aumento de las temperaturas.
Por su parte, los océanos pagan un alto precio que
acabará pasándonos factura también. El estudio ha constatado que esta absorción
ha modificado el ritmo de la vida en los océanos de un modo dramático, indicó
Dan Laffoley, uno de los autores de la investigación.
“El océano nos ha estado protegiendo y las consecuencias
de esto son absolutamente enormes”, sentencia el experto. A su vez, explica que
las migraciones por el clima se han disparado.
“Son hasta cinco veces más rápidas que cualquier otra que
hayamos visto sobre la tierra”, apunta, advirtiéndonos de lo peligroso que
puede llegar a ser que estemos “cambiando las estaciones en el océano”.
“Cuando se tiene una imagen completa, ves una serie de
consecuencias globales e inquietantes. Nos hemos quedado atónitos ante la
magnitud de los efectos del calentamiento oceánico sobre ecosistemas enteros”,
concluye.
Y su visión, desde luego, lo es, pues el estudio abarca a
todos los ecosistemas marinos más importantes. No solo se estudia la migración
que hicieron a zonas más frías, incluso a los polos las aves, el plancton o las
medusas, entre otras muchas especies, sino que además se estudian también los
fondos marinos, y en cuanto a tamaños, abarcan tanto microbios como ballenas.
Fuente de enfermedades
Si a nivel climático el informe subraya que el
calentamiento afecta a los sistemas meteorológicos y aumenta el número e
intensidad de las tormentas, en cuanto a enfermedades también señala que
“provoca un aumento de enfermedades en vegetales y animales”.
Lógicamente, son patologías que también entrañan riesgos
para las personas, que abarcan los posibles contagios y toxicidad añadida, a la
vez que amenaza la seguridad alimentaria.
El hecho de que los corales hayan sufrido un declive
importante ha dejado sin hábitat a muchas especies, lo cual supone menos
recursos pesqueros y, por otra parte, una alteración del ecosistema que trae y
traerá consecuencias insospechadas.
En general, las aguas más cálidas aumentan el riesgo de
enfermedades que se transmiten a través del agua, creando un caldo de cultivo
propicio para la multiplicación de patógenos. Como resultado, están aumentando
las enfermedades y se espera una mayor incidencia en el futuro, conforme vayan
aumentando las temperaturas.
Esta pérdida de biodiversidad se traducirá en un desastre
ambiental sin precedentes, cuyo inicio ya ha comenzado. Sin embargo, podría frenarse
su avance. En palabras del especialista:
La única manera de preservar la fecunda diversidad de la
vida marina, y de salvaguardar la protección y los recursos que el océano nos
proporciona, es reducir de forma rápida y sustantiva las emisiones de gases de
efecto invernadero.
El trabajo finaliza contraponiendo la gravedad de los
efectos del calentamiento oceánico sobre los ecosistemas marinos con los
beneficios que obtenemos de ellos. Así las cosas, está muy claro que tenemos
mucho que perder.
Si no sabemos respetar nuestro entorno, por sí mismo, al
menos sería importante hacerlo por puro egoísmo. De uno u otro modo, la
solución pasa por reducir de forma sensible las emisiones de gases de efecto
invernadero, aumentar el númeor y extensión de las áreas marinas protegidas y,
entre otras medidas, dotar de protección jurídica al alta mar.
La NASA predice el fin de la civilización
En la misma línea, pero sin centrarse en los océanos, la
NASA se ha pronunciado sobre el ritmo insostenible que está alcanzando el
calentamiento global.
El Instituto Goddard de Estudios Espaciales ha publicado
un artículo firmado por la organización espacial a propósito del récord de
temperaturas alcanzado este julio, el más cálido de la historia. O, lo que es
lo mismo, de los últimos 136 años, última fecha de la que se guardan registros.
El director del instituto, Gavin Schmidt, augura un 2016
también de récord, y sea el año más caluroso en toda la historia. Un problema
muy serio que está derivando en un calentamiento del planeta a una velocidad
inédita en los últimos 1.000 años.
Solucionarlo todavía es posible, apuntan, pero no se está
haciendo lo suficiente. Todavía ni siquiera hemos conseguido a controlar el
índice de las subidas de las temperaturas por debajo de los necesarios 1,5 ó 2
grados centígrados.
Y la NASA lo tiene claro. Nos espera una situación de no
retorno, a la que se sumará la falta de recursos por sobreexplotación y los
conflictos relacionados con el deshielo y las inundaciones costeras. Según el
Observatorio de la Tierra de la NASA, de seguir aumentando los gases de efecto
invernadero como hasta ahora, las temperaturas medias supondrán un
calentamiento de entre 2 y 6 grados para finales de siglo.
Fuente: ecologiaverde
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