La historia del lago de As Pontes es la historia de un
proyecto en el que, a priori, pocos confiaban. Situado en un municipio de
apenas 10.000 habitantes enclavado en la comarca coruñesa del Eume, el espacio
que ahora ocupa esta laguna artificial propiedad de Endesa fue durante más de
tres décadas una mina a cielo abierto dedicada a la extracción de lignito para
la central térmica de la localidad. La imagen de ese agujero, árido y carente
de vida, contrasta con la fotografía actual del lago. Con unas dimensiones de 5
kilómetros de largo y una profundidad máxima de 206 metros, hace falta echar
mano de los testimonios gráficos para confirmar que lo que hoy en día es un
paraje natural con un ecosistema propio en el pasado fue un páramo yermo y sin
aspiraciones.
Fue el cese de actividad en la mina, la más grande a
cielo abierto de la Península, el que ofreció una segunda oportunidad a este
escenario único. Endesa proyectó rellenarlo de agua para recuperar el terreno y
adelantarse a lo que la naturaleza acabaría haciendo por efecto de las lluvias.
Pero para completarlo fueron necesarios nada menos que 550 millones de metros
cúbicos de agua. Parte del líquido llegó desde una canalización del río Eume,
que se sumó a otras fuentes y a las propias precipitaciones que facilitaron el
llenado. Los trabajos de recuperación se dilataron desde la clausura de la
mina, en diciembre de 2007, hasta la inauguración del proyecto, en mayo de
2012. El resultado, el nacimiento de una de los lagunas más grandes del país.
Un antes y un después
Recién cumplidos los cinco años desde la inauguración del
lago, los habitantes de la localidad de As Pontes reconocen un antes y un
después en el paisaje de la zona y confiesan que el resultado «fue mucho mejor
del esperado». En una charla con ABC, la concejal de Turismo del ayuntamiento,
Ana Penas, apoya este relato y aclara que fueron años en los que «todos
estábamos a la expectativa de lo que iba a dar de sí el proyecto». Finalizados
los arduos trabajos de recuperación, el resultado -coinciden- es «inimaginable».
El mismo paraje que durante treinta años contempló la extracción de más de 260
millones de toneladas de lignito es hoy una zona de ocio que acoge numerosos
eventos deportivos, como regatas y campeonatos a nivel nacional.
Una de las mayores preocupaciones de los vecinos de As
Pontes a propósito del proyecto de Endesa era la calidad que alcanzarían las
aguas del lago. Según Penas explica, la antigua mina recibe el agua de cuatro
ríos que tienen su vertiente en el lago y ese mismo líquido desemboca a su vez
en otro río, por lo que constantemente el lago recibe caudal de los afluentes y
se regenera naturalmente y de forma continua. Y el resultado superó todas las
expectativas. Los análisis que se realizan a diario revelan una calificación
«óptima» para el baño que ayudó a despejar todas las dudas que se cernían sobre
el ambicioso plan de recuperación. «Lo cierto es que cuando se empezó a hacer
el llenado los estudios apuntaban que pasarían años hasta que el agua
consiguiera ese nivel de calidad. Sorprendentemente, los primeros exámenes que
se realizaron nada más abrirse el lago ya revelaron una calidad muy buena»,
incide la edil de Turismo.