Las ballenas además de ser grandes captadores de Co2, después de su muerte nace y crece vida en un ecosistema complejo: el cuerpo inerte de una ballena es fuente de comida y nutrientes para diferentes especie.
Al morir, empieza un rápido proceso de descomposición debido a la gran capa de grasa que poseen y que les permite termorregularse fácilmente en el mar. En este proceso de descomposición se generan muchos gases que provocan que el cadáver de la ballena se hinche y se de vuelta con su vientre hacia arriba con sus pliegues gulares inflados, lo que la hace parecer una gran boya.
El cadáver es objetivo de depredadores como aves carroñeras o tiburones que al devorar el cuerpo abren las vías de escape de los gases acumulados hacia el exterior. Es entonces cuando el cadáver comienza viaje a las profundidades.